Nuestras decisiones podrían ser ordenadas por nuestro cerebro sin que lo sepamos
Recientes estudios plantean dudas sobre nuestras decisiones o movimientos. Podrían ser ordenados por nuestro cerebro sin nuestro control.
Sucede de forma inconsciente, antes de que sepamos que va a ocurrir.
Al levantar una taza, al pulsar un botón o en cualquier otro movimiento simple y cotidiano.
El cerebro, el órgano con el que controlamos nuestras decisiones, actúa antes de que seamos conscientes de haber decidido actuar.
O sin que lo sepamos. O incluso es capaz de reordenar acontecimientos que pensamos que ocurrieron de una manera, pero no fue así.
Los juegos mentales son su especialidad.
En un ya clásico experimento de neurociencia, el estadounidense Benjamin Libet sometió a observación la toma de decisiones humanas.
Los participantes debían elegir un punto en el minutero de un reloj, y mover su muñeca en el momento en que la manecilla pasase por el punto elegido.
Durante todo el tiempo, la actividad cerebral era observada.
Al analizar los resultados, Libet comprendió que la corteza del cerebro la parte involucrada en la toma de decisiones se activaba medio segundo antes de que los participantes decidieran mover su muñeca, sin que ellos fueran conscientes aún.
El resultado del experimento mostró, por primera vez con datos reales, que decisiones tan simples como coger una taza o pulsar un botón son tomadas por nuestro cerebro antes de que nuestra consciencia lo sepa, es decir, sin una elección libre de por medio.
En otras palabras, Libet sembró una duda a los límites de la libertad. ¿Puede considerarse libre un movimiento que no decidimos de forma consciente?
El origen de la duda.
El asunto de la libertad es más antiguo de lo que parece.
“Algunos presocráticos ya sostenían que la libertad humana es limitada, que es como la que tiene una hoja cuando cae de un árbol.
Puede caer de un lado o de otro, pero no puede evitar caer”, recuerda el profesor y filósofo Pablo Quintanilla, investigador de la filosofía del lenguaje y de la mente.
“Ellos [los presocráticos] sostenían que no estamos determinados, pero sí condicionados”.
Desde entonces, pensadores de la ciencia, la religión y la filosofía han observado el asunto desde distintos ángulos, aunque por lo general desde dos bandos: los deterministas, que pensaban que no existe la libertad; y quienes defendían el libre albedrío.
En el mundo científico, la tendencia ha sido por la posición escéptica.
El propio Albert Einstein dijo en una ocasión que, si la Luna fuera dotada de consciencia, estaría convencida de que su camino alrededor de la Tierra parte de una decisión libre. Y, si existiera un ser superior dotado de inteligencia perfecta añadió el físico alemán, se reiría de la ilusión humana del libre albedrío.
Según esta corriente de pensamiento, cualquier acción obedece a una causa previa que la explica.
Para Einstein y los deterministas, el cerebro humano era como una gran máquina en la que las partes cumplen funciones fijas. Sin margen para acciones inesperadas.
En un sistema así, la libertad sería posible si la parte que controla la consciencia fuera la primera en activarse frente a una decisión.
Los estudios en neurociencia demostrarían, sin embargo, que esto no es del todo así.
Juegos mentales—
Después de Libet, los científicos se volcaron a los escaneos de la mente y obtuvieron más datos.
En 2008, John-Dylan Haynes efectuó una versión más avanzada, usando la técnica de la resonancia magnética, mientras los participantes tomaban ciertas decisiones.
De este modo, Haynes comprobó que el cerebro mostraba actividad hasta 10 segundos antes de una decisión consciente.
En este experimento, los participantes debían elegir presionar un botón verde o uno rojo.
Pero, al mirar la resonancia cerebral, los investigadores podían predecir el botón elegido antes de que el participante lo tocara.
El filósofo Samuel Dennett ironizó acerca de los resultados: “No juegues a piedra, papel, tijera con Haynes si tienes tu cabeza metida en un equipo de resonancia”.
La libertad parece tener más de biología que de metafísica.
—Espacio para la libertad
Hasta hoy, la acción del libre albedrío en la toma de decisiones no ha sido observada.
Sea como fuere, el mecanismo mental de la libertad no está descartado.
Desde Libet, los experimentos de neurociencia han explorado solo la toma de decisiones asociada a movimientos, pero no las operaciones mentales complejas.
Los estudios aún deben perfeccionar sus métodos para aclarar cómo funciona la mente.
“Creo que ninguno de ellos [los experimentos] prueba que no seamos libres.
Lo que podrían demostrar es que el proceso de toma de decisión es muy complejo y no todo lo que está involucrado en él es consciente”, comenta el profesor Quintanilla.
“Pero el que mi inconsciente participe en mis decisiones no significa que yo no participe en ellas, porque mi inconsciente es parte de lo que yo soy”. Y así como existen pruebas que cuestionan la capacidad humana de elección libre, también hay algunas a favor.
Usando métodos similares de observación, algunos estudios muestran que la parte consciente del cerebro puede vetar decisiones ya tomadas por el inconsciente.
Que hay margen para la libertad.
Pero, si llegara a demostrarse que el libre albedrío no existe, reflexiona el profesor Quintanilla, “probablemente afectaría poco las decisiones sociales y las vidas de las personas, porque en la práctica todos seguiríamos viviendo como si fuéramos libres y seguiríamos tomando decisiones”.
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