¿Cómo se produce la relación entre nuestro estado de ánimo y la alimentación?
La alimentación y sensación de placer o felicidad cuando comemos va ligada a varios factores. En primer lugar, estaría el sabor, el cual es algo subjetivo. Los alimentos que nos resulten más apetecibles nos darán una mayor sensación de felicidad. En este aspecto es importante jugar con técnicas culinarias mezclando texturas y sabores para conseguir un mejor resultado con los alimentos saludables.
En segundo lugar, estaría el aspecto hormonal. Hay dos famosas “hormonas de la felicidad” llamadas serotonina y dopamina que pueden verse aumentadas a través de la alimentación. En consecuencia, nos generan una sensación de bienestar emocional.
Los alimentos sanos contienen nutrientes como vitaminas, minerales, antioxidantes, proteínas, grasas saludables, carbohidratos de bajo índice glucémico (se absorbe despacio la glucosa que contienen) que nos ayudan a mantener un estado óptimo de nuestras funciones vitales favoreciendo nuestro bienestar físico y emocional. Esto de manera general.
De manera más concreta, hay alimentos ricos en dos aminoácidos (pequeñas piezas de las proteínas) llamados triptófano y tirosina. Estos son precursores de la serotonina y la dopamina, respectivamente. Si tomamos alimentos ricos en ellos, mantendremos un nivel elevado de estas hormonas de manera permanente. Asimismo, otros nutrientes que influyen son: calcio, vitaminas del grupo B, potasio, magnesio, omega 3, entre otros. Finalmente, un elemento fundamental a considerar es el consumo de agua.
Estado de ánimo y alimentación: ¿Qué ocurre con los alimentos no saludables a nivel psicológico?
Por un lado, uno de los mayores problemas del sabor con los alimentos insanos e industriales es que llevan una alta cantidad de saborizantes o potenciadores del sabor. Adicionalmente, contienen técnicas culinarias con mucha grasa que aportan mayor sabor e ingredientes añadidos como el azúcar o los edulcorantes. En consecuencia, si los comemos de manera habitual tendremos un “paladar atrofiado” . Es decir, acostumbramos a nuestro paladar a esos sabores y, por consiguiente, nos cuesta más que los alimentos sanos nos sepan bien.
Además, este tipo de alimentos llevan ingredientes como azúcares o similares, harinas refinadas y grasas de baja calidad. Cuando el cuerpo ingiere este tipo de alimentos, se eleva la glucosa en la sangre disparando la insulina (hormona encargada de regular los niveles de azúcar en la sangre cuando está elevado, relacionado también con la diabetes y el sobrepeso).
Consecuentemente, cuando el organismo detecta que la insulina se dispara, eleva las dos hormonas mencionadas anteriormente, dándonos una sensación de placer momentánea. Esta sensación dura poco tiempo porque cesa en cuanto la insulina ha bajado el azúcar (proceso que sucede de forma rápida). Después de esto, necesitamos volver a ingerir este tipo de alimentos para conseguir la misma sensación, o bien, pasamos a un estado de culpa y malestar emocional que nos lleva a la restricción.
Entonces, ¿qué alimentos deberé incluir para favorecer un mejor estado de ánimo?
Para una alimentación balanceada, saludable y que favorezca nuestro estado de ánimo, existen varios alimentos a nuestro alcance. Por ejemplo, las verduras, en especial las de color verde oscuro. En el caso de las frutas, tenemos el plátano, naranja o aguacate. Con respecto a otros grupos alimenticios, encontramos lácteos, pollo, pescado, granos integrales (en especial la avena), patatas, frutos secos (como almendras y nueces), el cacao puro o chocolate negro, entre otros.
¿Qué hacer cuando “tenemos hambre sólo de los alimentos que nos apetecen”?
En primer lugar, debemos tomar conciencia de la importancia de escuchar las señales que nos envía nuestro organismo. Tenemos lo que llamamos dos tipos de hambre: el físico y el emocional.
Hambre físico
El hambre físico nace en el estómago. Es decir, cuando después de unas horas el organismo necesita reponer nutrientes y envía una señal de hambre a través de una hormona llamada ghrelina. Cuando estamos saciados, participa otra hormona llamada leptina que nos envía otra señal que nos indica que debemos dejar de comer. Este tipo de hambre no aparece espontáneamente. Es de carácter gradual y se satisface con cualquier alimento, sano o no, porque se trata de rellenar ese vacío que teníamos.
Hambre emocional
El hambre emocional nace a nivel cerebral, cuando buscamos placer en la comida para calmar una emoción (tristeza, aburrimiento, enfado, entre otras). Es de carácter urgente, en consecuencia, busca alimentos apetecibles que provocan sensación de bienestar. Siguiendo esta línea, se produce después una sensación de culpa. Es decir, de malestar emocional que, en consecuencia, nos lleva a la restricción.
Esta parte es muy importante, debido a que, si la persona aprende a identificar cuándo tiene hambre emocional y cuándo física, puede poner soluciones más concretas. Por consiguiente, obtendrá mejores resultados a nivel de bienestar físico y mental.
El confinamiento y su impacto en nuestro estado de ánimo y alimentación
Ahora mismo, en este confinamiento, estamos viviendo muchos cambios emocionales. Tan pronto un día nos levantamos con una sensación de optimismo con un pensamiento de “yo puedo con todo” como otro día con un pensamiento completamente opuesto en el que deseamos “que esto acabe ya”. Ahí es cuando recurrimos a la comida. Por esto, las ventas de alimentos en los supermercados han ido fluctuando a lo largo de las semanas haciendo que los productos que más compremos sean: snacks salados, bebidas alcohólicas, ingredientes de repostería, chocolate, entre otros. Aprender a controlar aquellos momentos de ansiedad, normales en esta circunstancia, y dar una respuesta con otras estrategias o actividades puede ser de utilidad.
Conclusión
Para finalizar, lanzamos una reflexión. “La comida es una fuente de placer y felicidad, pero…¿qué pasa cuando es la única?”. Es necesario buscar actividades que nos gusten, proponernos retos y objetivos realistas con respecto a nuestra salud. Se trata de cuidarnos desde el día de hoy.
Por último, es importante considerar que cuando hablamos de alimentación, se trata de equilibrar y no prohibir. Tomar conciencia de la importancia de comer saludable en un alto porcentaje del tiempo es fundamental. Sin embargo, también es importante darnos cuenta de que podemos incluir esos alimentos superfluos en determinados contextos y que esto no supondrá un impacto negativo en nuestra salud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario