El brillo que generas molesta a los que viven en oscuridad...
Dejar que el corazón brille y querer compartir esa sensación molesta mucho a quien lo tiene lleno de total oscuridad.
Es una pena, de hecho, que desear que alguien se alegre de tu felicidad pueda acabar apagando tu brillo.
Sin embargo, tienes que saberlo.
En esta vida hay quienes son en esencia luz e iluminan sin llegar a cegar y quienes ciegan con toxicidad.
Estas últimas personas son, además, el símbolo de eso que nos sobrecoge y nos opaca cuando más apoyo buscamos.
Esa clase de gente -recuerda- no te necesita en su vida y a ti tampoco te beneficia que ellos estén en la tuya.
Sobre todo porque los amigos calientan cuando hay pena pero también saben celebrar cuando hay metas y motivos.
«La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual».
No es que tu brillo sea desagradable, es que directamente algunas personas necesitan robártelo para sentirse mejor porque en su alma hay maldad y en sus venas envidia, mucha envidia.
Nos encanta compartir las noticias buenas con las personas que conocemos.
Nos gusta hacer llegar nuestras emociones positivas, logros y metas con quien nos es significativo. Y lo hacemos por redes sociales, por teléfono, por e-mail, con canciones o de las mil maneras que se nos ocurran.
Por eso no llegamos a entender la insatisfacción de algunos gestos que desaprueban que estemos así, porque esperaríamos una sonrisa a cambio, un abrazo, un «es fantástico, enhorabuena».
¿No te ha ocurrido alguna vez?
En esos momentos el brillo que traíamos se hace invisible y la emoción decae al no encontrar una respuesta confortable.Además cuando esto se repite muchas veces, llegamos a la conclusión de que la felicidad se contagia, pero solo a quien se deja contagiar:
a veces pasa que tu paz interior ocasiona malestar en los demás y eso no tiene que ver contigo, sino con la gestión de las emociones de la otra persona.
Quizá es su oscuridad la que molesta a tu brillo
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