En esta estrategia de activación NERAEMI te ayudaremos a encontrar tu conexión con el equilibrio interior que te permitirá aclarar tu mente para despejar tus pensamientos para alcanzar nuestros objetivos:
Conectar tu Mente a tu Cuerpo y las Emociones corporizadas.
- Relajar
- Reconéctar
- Aceptar, Acomodar, Avanzar.
Escuchar a tu cuerpo es cuestión de que lo conozcas en sus más ínfimos detalles.
La conexión entre la mente y el cuerpo es innegable, pero, en ocasiones, nosotros mismos nos encargamos de separar estos dos elementos.
Esta dicótoma suele ser tan radical que, a veces, casi podemos sentir a nuestra mente flotando sobre nuestro cuerpo, completamente ausente.
Lo más común es que esto ocurra cuando prestamos más atención a nuestra mente, pues ésta es contenedora de nuestras emociones (y no menos importante, nuestras decisiones) y es difícil no sucumbir a todas las tormentas que se desatan en ella.
Sin embargo, mientras estamos vivos, la mente no deja de estar ineludiblemente vinculada al cuerpo: los peores trastornos y enfermedades ligadas al cuerpo provienen precisamente de olvidar esto, y de permitir que la separación entre ambos se vuelva cada vez mayor.
Lo mejor es, entonces, que reiniciemos el diálogo entre la mente y aquel recipiente que la contiene. Para ello existen cientos de caminos, pero aquí queremos mostrarte maneras de lograrlo a partir de un conocimiento sincrético: es decir, de prácticas que no excluyan al espíritu, pero que se sustenten bajo conocimientos ligados a las investigaciones neurocientíficas y que contribuyan a atacar el problema.
De esa forma podrás guiarte en los caminos de esta reconexión y sabrás lo que tienes que modificar.
Un grupo de neurólogos estadounidenses encontró, en un estudio del 2016, las bases de la conexión neuronal mente-cuerpo.
Se trata de la red neuronal que conecta a la corteza cerebral con la médula suprarrenal (encargada de que el cuerpo responda con rapidez en momentos de estrés), un vínculo que demuestra cómo la depresión, el estrés y otros estados mentales alteran directamente la función corporal.
Estudios como este han llevado a los neurólogos a profundizar en estos nexos y en cómo, a partir de su comprensión, podemos encontrar nuevas formas de vivir.
Según muchos científicos, es posible tener mayor control mental cognitivo emocional.
Un ejemplo está en la mala postura, la cual podemos corregir con ejercicios, pero es esencial que seamos conscientes antes de que existe una falta de comprensión entre el cerebelo y los músculos (ambos encargados del balance de nuestro cuerpo), que está provocando el desequilibrio.
Si no sabemos que la mala postura no sólo se debe a la gravedad sino a una mala comunicación entre mente y cuerpo, no podremos arreglarla.
Es por eso que NERAEMI son tan útiles para conectar a la mente con el cuerpo.
Al requerir de trabajo físico y concentración, nos ayudan a recolectar los fragmentos del vínculo roto entre ambos.
Emociones corporizadas
Lo anterior sienta las bases de otra relevante cuestión.
En efecto, las emociones parecen desarrollarse mediante la compleja relación entre varios elementos que se vinculan en el cerebro, como las hormonas, los neurotransmisores y las propias neuronas.
A su vez, estos elementos afectan al cuerpo directamente; por ejemplo, mediante la regulación de procesos como el metabolismo o los desarrollados por la médula suprarrenal.
Por eso, el estrés (como muestra esta preciosa animación) es parte de estados mentales que pueden provocar diversos trastornos físicos. Pero no todos son negativos: recientemente se han estudiado las bondades del estrés.
Así, el cuerpo y su equilibrio con la mente es más complejo de lo que podríamos pensar.
Diversos neurólogos, han planteado también la importancia de conocer para qué el cerebro genera ciertas emociones.
Se encontró que el sentimiento de vergüenza se genera en la amígdala, pero que ésta es estimulada también cuando logramos algo.
Se demuestra de esta forma que regular nuestras emociones no es sencillo, pues para empezar éstas no son malas o buenas a priori.
Si a esto sumamos que las emociones transforman nuestra realidad (pues la manera en la que nos sintamos por dentro es algo que puede moldear el exterior), es indudable que existe una conexión entre la mente y el cuerpo, que implica planos internos y externos, que debemos conocer a mayor profundidad.
Pero una vez que hemos echado un vistazo a estas implicaciones mental cognitiva y físicas, habrá que tomar medidas para hacer para saber qué lenguaje usar para entablar el diálogo mente-cuerpo otra vez.
Relájate
En verdad, no podrás cambiar nada si antes no consigues hacer que la energía vuelva a fluir de otras maneras.
La tensión en tu cuerpo es en gran parte provocada porque tu mente manda el estrés a diversas partes del cuerpo; y si hay tensión hay resistencia, algo que no permitirá al diálogo fluir.
La solución a esto probablemente ya la has escuchado, pero no nos cansaremos de decirla: aprende a respirar.
Hazlo en distintos momentos del día: inhalando, manteniendo el aire y exhalando, según puedas aguantar: quizás 5 segundos cada paso.
Repite durante varios minutos, e irás notando el cambio.
Relaja tu cuerpo, y el resto de ti se conectará.
Reconéctate
Como dijimos al principio, vivimos la mayor parte del tiempo en la mente. Por eso, tan sólo poner atención a tu cuerpo unos minutos puede ayudarte a saber lo que quiere decirte. Puedes intentar ponerle atención una vez cada día, e ir notando cuánta atención le puedes poner y a qué cambios te conduce este sencillo paso.
Seguramente notarás mayor conexión de tu cuerpo con tu mente.
Los hilos invisibles son los nudos más fuertes.
Ubica el estrés
Una vez que hayas hecho los dos primeros pasos, irás ubicando dónde está el estrés.
Cuando seas consciente de los nudos de tensión en el cuerpo, puedes investigar su origen: ser el detective en busca de tu sabiduría interna, para deshacer esos nudos de una vez por todas.
Piensa: ¿qué emociones los provocan, y por qué? Recuerda que son tus emociones corporizadas, y que todo lo que sientas puedes regularlo a partir de trabajar contigo mismo.
Aceptar, Acomodar, Avanzar.
Tu cuerpo está de tu lado, sólo debes querer comprenderlo.
Así que aprende su lenguaje y comunícate con él.
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