El origen de los sistemas educativos en todo el mundo en general obedeció siempre a los intereses de algún grupo de poder en particular de acuerdo a cada época y lugar.
En determinados momentos históricos la Educación fue un vector de promoción ideológica por parte de los gobernantes de turno, en otros momentos fue la industria quien comenzó a necesitar mano de obra más calificada para expandir su alcance económico y otros contextos fueron las jerarquías intelectuales las que definieron lo que un ciudadano debía saber o no en base a estándares socioculturales del momento.
Pero prácticamente en todos los casos la posición del aprendiz fue una posición esencialmente pasiva en la que el maestro y el docente/coach lo “iluminaban” con el conocimiento y llenaban ese “vacío de saberes” con los que el aprendiz llegaba al aula.
El advenimiento de la tecnología y el nacimiento de los nativos digitales en el Siglo XXI está haciendo añicos estos viejos modelos y enfrentan a los sistemas educativos actuales a desafíos que muchas veces les son difíciles de comprender.
La Educación del pasado puso la mayor parte de su foco activo en la transmisión de repeticiones en información y en los procesos esencialmente intelectuales de conocimiento.
La Educación del Siglo XXI tendrá que corregir o resolver en parte el enorme vacío de la formación emocional de las personas y su desarrollo más pleno en función de ella.
Hoy la tecnología brinda mucha información y contenidos a nuestros aprendices y el rol del docente como transmisor de los mismos tiene que dar paso a un papel más esencial y que sin lugar a dudas debe apuntar a desarrollar competencias de las que hasta ahora la Escuela se ha ocupado poco y la mayor parte de ellas son las que afectan a la vida emocional de los aprendices y son a la vez las que configurarán su actitud hacia los demás.
La evolución y revolución de la Pedagogía del Siglo XXI sin lugar a dudas será la “Andragogía de las Emociones Inteligente” porque ahora estamos comenzando a comprender con claridad que los seres humanos no somos seres racionales fundamentalmente emocionales.
En ese contexto hoy a partir de la genética, la neuro evolución, la neuro tecnología y las neurociencias en su conjunto podemos comprender las emociones son los motivos de nuestras vidas y las obedecemos aún sin darnos cuenta.”
Si queremos que las nuevas generaciones de aprendices sean más plenos, más felices, más sabios en la toma de decisiones y más compasivos con los demás tenemos que comprender los cambios que nuestros sistemas educativos tienen que dar en esta Era pasa por identificar y comprender el mapa emocional de cada uno de nuestros aprendices y de alguna manera diseñar las estrategias de enseñanza y aprendizaje teniendo como guía fundante esa “huella emocional” que es única e irrepetible en cada ser.
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